martes, 26 de marzo de 2013

Pertrecharnos de razones


Es tiempo de acopiar información que conforme un criterio de absoluto rechazo a la cultura de la muerte. Es tiempo de bajar a la arena a pelear por los más débiles e indefensos de nuestros semejantes. Es tiempo de que nuestro silencio y nuestro mirar para otro lado no nos hagan cómplices de tanta inhumanidad. Porque nada es tan eficaz como el silencio, lo que no se oye, lo que no tiene voz, por mínima que sea, acaba convirtiéndose en silencio y éste conduce al olvido.

Las ideas que aquí defendemos tienen cerrados los focos de las grandes fuerzas mediáticas, no interesa el ruido ni el debate, a todo le aplican una sordina que adormece y aborrega alimentando la impunidad de los verdugos de millones de seres humanos.
Ponte las pilas, querido lector, infórmate y si te parece sensato y justo lo que aquí defendemos piensa que te necesitamos, que tu eres nuestra fuerza mediática, que tu puedes hacer que lleguemos a más y más gente.
En los próximos días, vamos a salir a la calle a pedir por toda España a los ciudadanos una firma de apoyo a la Iniciativa Ciudadana Europea en defensa del embrión humano. Desde estas páginas colaboraremos con diversas publicaciones que ayuden cargar las pilas, a pertrecharnos de razones.
Y empezaremos hoy con unas reflexiones del Padre Fernando Pascual

29-12-2012
Defendemos lo que es precioso, lo que es importante, lo que tiene valor, lo que necesita ayuda. Por eso, precisamente por eso, estamos llamados a defender al embrión humano.
Para algunos, un embrión humano es material biológico, disponible para la investigación. Para otros, es ciertamente una vida humana, pero supeditada en sus “derechos” al reconocimiento que otorgue (o que no otorgue) su madre. Para otros, es, sobre todo, un hijo.
La situación en la que hoy se encuentran millones de embriones humanos es dramática. Unos empiezan a existir en clínicas de la reproducción artificial, donde se evalúan según la calidad que tengan, donde son seleccionados los mejores y marginados los peores, donde muchos son congelados como “material” disponible según las necesidades.
Otros embriones inician su vida en el seno materno. Allí, en un lugar escondido e íntimo, corren el peligro de ser eliminados por el aborto, con técnicas diferentes que tienen un objetivo idéntico: aniquilarlos.
Otros embriones crecerán hasta llegar al día del parto, pero encontrarán a su alrededor un mundo difícil, lleno de incomprensiones y de desprecios, o situaciones de injusticia como las que provocan el hambre de millones de niños.
          El embrión humano vive hoy situaciones de grave desamparo, lo cual exige una reacción sincera y valiente de los amantes de la justicia. No podemos aceptar con indiferencia el uso o la eliminación de millones de embriones simplemente porque unos, los más fuertes, los rechazan.
          Por lo mismo, todo esfuerzo cultural y social orientado a reconocer y a defender la dignidad de los más pequeños e indefensos miembros de nuestra especie será bienvenido. Su simple existencia merece ayuda y protección: porque son hermanos nuestros y, sobre todo, porque están unidos a sus respectivas madres por los vínculos maravillosos de la filiación humana.

 
 

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