sábado, 20 de julio de 2013

Avances en la racionalización de la reproducción asistida


La cadena ser ha sacado la noticia de que el Ministerio de Ana Mato “margina a lesbianas y mujeres solas de los tratamientos de fertilidad públicos” al dar cuenta del documento elaborado por Sanidad que se aprobará el próximo martes en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
Rápidamente toda la izquierda y demás conmilitones, adalides de derechos fabricados a medida de ideologías varias, han saltado como si les hubiesen pinchado. Personajes que entienden al ser humano como  “algo” deseable, como un coche o como una propiedad cualquiera, que “aunque se precise retorcer hasta límites insospechados a la naturaleza” el estado me lo debe proporcionar y gratis por supuesto.
Ideología no es pretender que un niño o niña deba venir al mundo teniendo un padre y una madre, porque eso es lo natural, lo imprescindible para ser concebido.
Hacer nacer a niños huérfanos de padre o de madre... eso ¡¡sí que es ideología!! y de la más rancia, porque es antinatural, porque es privarle de un derecho que no se lo concede graciosamente ningún estado, que le corresponde por la propia naturaleza de su venida a la vida.  
La fertilización in vitro, es un procedimiento alternativo de laboratorio para obtener la fecundación de óvulos humanos con espermatozoides. Tiene un porcentaje  de éxito (medido en términos de embarazo conseguido) de tan solo un 10%, no cura ninguna dolencia ni enfermedad.   Inicialmente pensada para tratar problemas de esterilidad por impedimentos físicos al encuentro natural los gametos en las trompas de Falopio de la mujer, y ya entonces.... no curaban nada, solo eran un remedio sustitutivo para paliar una esterilidad de la pareja.   Hoy ha devenido en fuente de negocio y de generación de “bienes” de consumo.   Los defensores de esta biotecnología asumen que los seres humanos se pueden fabricar en “cadenas de producción” donde se les aplican estrictos protocolos que controlen la viabilidad, los gustos de los progenitores que los encargan, y hasta la utilidad de un determinado genoma que permita ser “usado” como medicamento. En la cuneta de este procedimiento quedan millones de seres humanos muertos, desechados o congelados. En la línea de salida, seres humanos generados a “la carta” para satisfacción de otro u otros, queridos para ser “usados” como trofeos de ideologías de ingenierías sociales.
Hay numerosas razones de ciencia y de conciencia para objetar las técnicas de reproducción asistida, pero de lo que estamos hablando, hoy y ahora, es de definir una “reforma de la cartera de servicios básicos de sanidad” y obviamente lo que no es ninguna “cura” ni “prevención” de enfermedad alguna, no debe tener sitio en la financiación con el dinero de todos.   La ingeniería social practicada e impuesta desde un estado es dictadura y entonces las libertades (y la justicia) salen corriendo;   y si los impuestos de los objetores (de ciencia y de conciencia) son malversados, las normas que amparan tal desmán deben ser denunciadas y combatidas hasta su desaparición.
La gente en este país, que no puede arreglarse la dentadura (por citar alguna de las paradójicas carencias de nuestro SNS) sufre de malnutrición y diversas patologías derivadas de no poder comer proteínas saludables adecuadamente.   Mientras se pretenden invertir ingentes cantidades de dinero en una tecnología con tan escaso “índice de eficacia” que no soportaría un mínimo criterio de “utilidad social” si no fuera por la carga ideológica y de ingeniería social que conlleva.  

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